La reciente decisión del Gobierno Nacional de reducir de forma permanente los derechos de exportación sobre los principales productos agrícolas ha generado una respuesta inmediata y positiva del mercado.
En un contexto internacional de precios en baja y demanda irregular, la medida representa un fuerte estímulo para el agro argentino, particularmente para el complejo sojero y los cultivos de maíz y sorgo.
Con esta jugada, el Ejecutivo apunta a mejorar la competitividad, dinamizar las ventas y generar previsibilidad en un sector que representa uno de los pilares fundamentales de la economía del país.
Impacto directo sobre precios y ventas
El decreto oficial establece una reducción significativa en las alícuotas de retenciones:
- Soja: del 33% al 26%
- Subproductos de soja (harina y aceite): del 31% al 24,5%
- Maíz y sorgo: del 12% al 9,5%
Además, la norma elimina plazos obligatorios para el ingreso de divisas, una novedad que otorga mayor previsibilidad y libertad operativa a los exportadores.
Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, aseguró que el impacto no se hizo esperar: “La baja de retenciones fue rápidamente incorporada por el mercado, y tuvo impacto directo en precios, márgenes de la industria y ritmo de ventas”.
Particularmente en el caso de la soja, la mejora fue contundente: 25 dólares por tonelada, lo que ubicó el precio disponible en torno a los 285 US$/tn. Esta corrección fue clave para reactivar un mercado que venía con ritmo lento de comercialización. En la semana del 23 de julio se vendieron unas 800.000 toneladas, muy por encima del promedio histórico para esa fecha.
La soja gana impulso y China vuelve a mirar al sur
La mejora en las condiciones del mercado argentino también permitió cerrar un tercer negocio de exportación de harina de soja hacia China, un dato alentador en tiempos de debilidad de la demanda global. Aunque el gigante asiático continúa casi ausente en el mercado estadounidense, ha reforzado sus compras en Sudamérica, lo que beneficia directamente al agro argentino.
Esta señal de reactivación en el comercio exterior es clave para un complejo sojero que venía golpeado por altos costos impositivos, inestabilidad cambiaria y caída de precios internacionales.
Maíz y sorgo: un repunte moderado pero valioso
Si bien la baja de retenciones en maíz y sorgo generó un impacto económico más moderado (en torno a los 5 US$/tn), su efecto no fue menor. La escasez de oferta, producto de una cosecha lenta, obligó a los exportadores a pagar valores elevados para cumplir con embarques por 1,8 millones de toneladas ya comprometidas.
“La presión de la demanda exportadora, sumada a la baja en las alícuotas, sirvió para dinamizar el mercado en el corto plazo”, explicó Romano.
Un escenario internacional desafiante
A pesar del repunte local, el contexto global del agro continúa presentando múltiples desafíos. En Estados Unidos, la condición excelente de los cultivos y los pronósticos climáticos favorables presionan a la baja los precios. La débil demanda internacional, sumada a la virtual ausencia de China en los mercados norteamericanos, complica aún más el panorama.
No obstante, hay datos alentadores: la molienda de soja en EE.UU. alcanzó un récord histórico, y los stocks de aceite se encuentran en mínimos, impulsados por el aumento del uso para biodiesel, una tendencia que podría beneficiar indirectamente al aceite argentino si se mantiene.
El trigo, con buenas perspectivas
En el plano local, la siembra de trigo se encuentra prácticamente finalizada, con un 98,3% de la superficie implantada y condiciones hídricas adecuadas. Esto configura un escenario positivo para la campaña 2025/2026, que podría compensar parcialmente las tensiones del mercado de granos gruesos.
Un alivio necesario para el agro argentino
En definitiva, la baja permanente de retenciones es una medida largamente reclamada por el sector. Su implementación no solo mejora los márgenes de rentabilidad, sino que también estimula la comercialización, refuerza las exportaciones y restablece la confianza entre productores y operadores.
En palabras de Romano, “estas decisiones internas, que mejoran márgenes y reactivan la comercialización, son fundamentales para sostener al agro en un escenario global que hoy está lejos de ser favorable”.
La medida representa, en suma, un punto de inflexión para el agro argentino, que podrá enfrentar los desafíos del mercado internacional con mejores herramientas y mayor previsibilidad. Ahora resta ver si este impulso se traduce en inversiones productivas, crecimiento sostenido y desarrollo regional, en un país que depende en gran parte del empuje de su campo.