La disminución de la natalidad en Argentina está generando un impacto profundo en el sistema educativo del país.
Mientras algunos especialistas ven en esta situación una “oportunidad demográfica” para mejorar la calidad educativa, otros advierten sobre las dificultades que podrían enfrentar las instituciones, especialmente las privadas, debido a la reducción de alumnos matriculados.
Un cambio demográfico sin precedentes
Según datos del último censo, la tasa de nacimientos en Argentina cayó un 36% entre 2014 y 2022. Esta tendencia es parte de un fenómeno global que se está reflejando en la matrícula escolar. En particular, el nivel inicial ha sido el más afectado: en menos de 15 años, el número de alumnos por curso en jardines de infantes privados cayó un 18,2%.
Un informe de la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada Argentina (AIEPA) reveló que la tasa de natalidad descendió de 19 nacimientos por cada 1.000 habitantes en el año 2000 a aproximadamente 11 en 2022. Esto ha provocado una merma en la matrícula de instituciones privadas y está comenzando a reflejarse también en el sector primario.
El impacto en las instituciones educativas
Martín Zurita, secretario Ejecutivo de AIEPA, afirmó: “Cada vez nacen menos chicos y el sistema escolar enfrenta un fenómeno de descenso de matrícula que plantea tanto desafíos como oportunidades”. Según los datos de la entidad, el promedio de alumnos por sección ha disminuido de 23 en 2011 a 18,8 en la actualidad.
El problema radica en que muchas escuelas dependen de los aportes estatales, los cuales están sujetos a la cantidad de alumnos matriculados. En 2023, ingresaron 102.000 alumnos menos que en 2011, lo que representa una caída del 12,6% en la matrícula general. En las escuelas estatales la disminución fue del 15%, mientras que en las privadas la reducción alcanzó el 6%.
“Necesitamos revisar la normativa que requiere un número determinado de estudiantes para conservar el aporte estatal. Hoy en día tenemos menos alumnos, pero igual cantidad de cursos y cargos”, explicó Zurita.
Una oportunidad para mejorar la calidad educativa
Pese a las dificultades, algunos especialistas ven este cambio como una oportunidad para optimizar el sistema educativo. Un informe del observatorio “Natalidad y demanda educativa” de Argentinos por la Educación destaca que la baja de la natalidad podría permitir una mejora en la calidad educativa al liberar recursos humanos y materiales.
Rafael Rofman, investigador principal de CIPPEC y coautor del informe, explicó: “Entre 2014 y 2022 la fecundidad en Argentina descendió más rápidamente que en los 60 años anteriores. Esto trae desafíos importantes, pero también oportunidades únicas. Un menor número de niños podría mejorar la atención personalizada y elevar los estándares educativos”.
En la misma línea, un informe de Unicef indica que, si la demanda de vacantes sigue bajando, en 2026 el sistema educativo podría ofrecer plazas para todos los niños de 3, 4 y 5 años sin necesidad de incrementar la inversión, sino manteniendo la cantidad de vacantes de 2023.
Las causas de la caída de la natalidad
El fenómeno de la baja natalidad no es exclusivo de Argentina, sino que responde a una tendencia global impulsada por diversos factores. Entre ellos, el acceso a la educación, la inserción laboral de la mujer, el aumento de hogares monoparentales, la autonomía financiera y el uso generalizado de métodos anticonceptivos.
Carolina Villanueva Tejeda, directora de la ONG Grow Género y Trabajo, señala que “hace 15 años la tasa de fertilidad en Argentina era de 1,7 hijos por mujer y hoy es de 1,4. En la Ciudad de Buenos Aires, ese número baja a 0,9 hijos por familia”.
Otro factor clave es el retraso en la edad de la maternidad. En 2019, la edad promedio del embarazo se ubicó en los 34 años, una tendencia impulsada por la búsqueda de estabilidad profesional y la disponibilidad de información sobre planificación familiar.
La caída de la natalidad en Argentina está reconfigurando el sistema educativo. Si bien representa un desafío para las instituciones, especialmente las privadas que dependen de los aportes estatales, también puede traducirse en una mejora en la calidad educativa. La clave estará en adaptar las normativas y políticas públicas para aprovechar esta “oportunidad demográfica” y garantizar que todos los alumnos reciban una educación de excelencia en un contexto de menor demanda escolar.