Ante la llamada triple crisis planetaria como es el cambio climático, la extinción masiva y la contaminación, el Día Internacional de la Madre Tierra invita a una instancia de reflexión para valorar la importancia del cuidado de nuestro planeta.
A través de la resolución 64/196 del 21 de diciembre de 2009, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) determinó que cada 22 de abril se celebraría el Día Internacional de la Madre Tierra, más conocido como el Día de la Tierra.En su declaración, los países signatarios expresaron su preocupación por el deterioro ambiental y los impactos negativos en la naturaleza resultantes de la actividad humana, por lo cual invitaron a hacer uso, según corresponda, del Día Internacional de la Madre Tierra para promover actividades e intercambiar opiniones y visiones sobre condiciones, experiencias y principios para una vida en armonía con la naturaleza.
Sin embargo, no debemos ser necios ni hipócritas ya que todos los días es el día de la Tierra. Pongo un simple ejemplo, no cien ni mil que no va a cumplir ninguna persona… Solo uno: Los químicos son un verdadero peligro para las vías fluviales y la vida acuática, pero los usamos para limpiar nuestros cuerpos, casas, autos y todo lo demás, pero seguramente podemos encontrar alternativas para evitar el uso de algunas sustancias.
Para los trabajos de limpieza básicos se puede emplear una solución de medio litro de vinagre blanco y medio litro de agua funciona igual que casi la mayoría de limpiadores comerciales. El bicarbonato de sodio y la sal también son limpiadores no tóxicos y económicos, pero si no hay alternativas buenas de un producto tóxico, se debe emplear la cantidad mínima necesaria. De esta manera tendremos lagunas, ríos y mares más limpios y menos contaminados.
Hay que exigirle a los funcionarios públicos y políticos que instrumenten y se hagan cargo de hacer cumplir políticas de Estado tanto en municipios, provincias y nación, ya que el ambiente también necesita de hechos, no solo palabras, pero en la nación pasa a ser un tema más dentro de una larga lista de promesas. Tal vez entonces sea hora de que todos los habitantes incluyamos el tema ambiental en nuestra agenda porque posibilidades de cambio y desarrollo hay y deben ser aprovechadas por nosotros y las generaciones futuras.
No sirve llevar a los jardines de infantes a juntar papelitos, si se emprende una campaña, mientras se deja que una industria desvié sus efluentes contaminantes de la planta de tratamiento.
En Argentina hay ausencia de políticas medioambientales que traten todos los problemas actuales. Lo único que se hace es emparchar y así no se puede avanzar de ninguna forma. El problema no son las leyes en sí sino su cumplimiento. En muchos casos faltaban, pero una vez que aparecieron hay una imposibilidad para aplicarlas. La autoridad de aplicación en cada caso no hace ejercicio de su autoridad y la gente no aplica la ley porque nadie los controla.
Están surgiendo nuevas ideas económicas como la economía circular, a través de la cual se pretende minimizar al máximo el coste ambiental que tienen los procesos productivos y los productos durante su ciclo de vida. En otras palabras, busca que tanto el sector industrial como la sociedad, sea más eficiente en el uso de recursos o la economía del donut, un pensamiento económico que permitirán alcanzar un progreso inclusivo y sostenible. La lista es un órdago a la grande de dogmas de fe contemporáneos como la eficiencia incontestable del mercado; la racionalidad egoísta del individuo; la simplicidad mecánica de la oferta y la demanda; la inevitabilidad de la desigualdad y el crecimiento sucio como fases del desarrollo; y, claro, la santificación del crecimiento del producto bruto interno (PBI) como indicador de referencia.
Hoy la conciencia de que el ambiente en el que vivimos no es un recurso inagotable e invulnerable se está instalando en la cultura de las sociedades actuales y en la agenda pública de los estados. Sin embargo, la gestión de las políticas ambientales se halla aún en pañales frente a los urgentes desafíos de las próximas décadas en las que no es aventurado suponer que asistiremos a una profunda reconversión ambiental del desarrollo y la política.
Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista),