Por qué la inflación no se siente igual en los bolsillos, aun cuando el índice baja

Radio Estación Luján
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Aunque el INDEC informó una inflación del 2,5% en noviembre, muchas familias perciben que los precios siguen en alza. La explicación está en el consumo cotidiano, los gastos fijos y los cambios en los precios relativos.

Un Clic que salva vidas

La inflación de noviembre se ubicó en 2,5%, según el último informe del INDEC. Sin embargo, el dato volvió a generar controversia y descreimiento en amplios sectores de la sociedad, que aseguran que ese porcentaje no refleja lo que sucede en su economía diaria. La distancia entre el número oficial y la percepción social tiene una explicación técnica, pero también muy concreta en la vida cotidiana.

Un promedio que no refleja todos los gastos

El Índice de Precios al Consumidor (IPC) mide la evolución de precios a partir de un promedio de bienes y servicios representativos de toda la economía. No se trata de una medición personalizada, sino de una canasta “tipo” que no siempre coincide con los hábitos reales de cada hogar.

En la práctica, no todos los productos impactan de la misma manera en el presupuesto familiar. Los alimentos frescos, como carne, frutas y verduras, se compran todas las semanas y tienen un efecto inmediato sobre el bolsillo. En cambio, otros bienes, como la ropa o los electrodomésticos, se adquieren de manera esporádica y con menor frecuencia.

Inflación, consumo diario y percepción social

Esta diferencia explica por qué una suba en los alimentos se siente de forma casi instantánea, mientras que una baja en la indumentaria puede pasar desapercibida. Aunque el índice general muestre desaceleración, el impacto subjetivo está dominado por los rubros que concentran el gasto mensual.

Así, una familia puede percibir que “todo aumenta”, aun cuando algunos precios estén bajando en términos relativos, simplemente porque esos productos no forman parte de su consumo cotidiano.

El peso de los precios relativos

A este fenómeno se suma un factor clave: el cambio en los precios relativos. En los últimos años, varios rubros esenciales crecieron por encima del promedio de la inflación y, en muchos casos, también por encima de la evolución de los ingresos.

Los alquileres y las tarifas de servicios públicos encabezan esa lista. Se trata de gastos fijos, difíciles de reducir o postergar, que absorben una porción cada vez mayor del salario y condicionan el resto de las decisiones de consumo.

Qué dicen los datos económicos

Un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) confirma esta tendencia. Entre noviembre de 2023 y noviembre de 2025, siete componentes del IPC aumentaron su precio relativo, mientras que cinco lo redujeron.

Según el estudio, los alquileres y los servicios públicos fueron el rubro que más se encareció, con un incremento del 55% en términos relativos. En el extremo opuesto, las prendas de vestir y el calzado registraron una caída del 29%, convirtiéndose en los bienes que más se abarataron frente al promedio.

El informe también señala que la salud fue el servicio que menos aumentó su precio relativo en ese período, con una suba de apenas 4,4%. Si se analiza solo el último año, la educación lideró los incrementos, con un alza del 18%, seguida nuevamente por alquileres y servicios públicos, que crecieron cerca del 10%.

Por qué el alivio no llega al bolsillo

La combinación de una inflación promedio más baja con fuertes aumentos en gastos esenciales explica la sensación generalizada de pérdida de poder adquisitivo. Aunque los índices oficiales muestren una desaceleración, el ajuste sigue presente en la vida cotidiana de muchas familias, especialmente allí donde los gastos fijos y el consumo básico pesan cada vez más sobre los ingresos.

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