En medio de una tensión creciente que ya impacta en millones de usuarios del transporte público, la Unión Tranviarios Automotor (UTA) volvió a sentarse a la mesa con las cámaras empresarias tras una extensa conciliación obligatoria.
Sin embargo, el tan esperado reencuentro no trajo novedades: las partes siguen tan lejos como hace meses, y el gremio que representa a los choferes de colectivos ya amenaza con reactivar medidas de fuerza.
El encuentro se dio este martes, luego de que la UTA decidiera no adherir al reciente paro general impulsado por la CGT, una decisión que generó cierto ruido interno. No obstante, la conducción del sindicato, en manos de Roberto Fernández, dejó en claro que su prioridad es resolver un conflicto salarial que lleva tiempo empantanado.
Un conflicto sin avances con impacto en el AMBA
La reunión fue convocada con la esperanza de destrabar una negociación que afecta directamente al funcionamiento del sistema de colectivos en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Sin embargo, fuentes gremiales aseguraron que “no hay acercamiento posible entre las partes y nuestro reclamo no ha sido escuchado”.
Por su parte, las empresas nucleadas en la Asociación Argentina de Empresarios del Transporte Automotor (AAETA) reiteraron su imposibilidad de otorgar los aumentos exigidos por la UTA. Alegan que la falta de actualización de los subsidios por parte del Gobierno Nacional las coloca en una situación de ahogo financiero.
“Nosotros no tenemos herramientas para afrontar los pedidos del gremio”, indicaron voceros empresariales. En concreto, solicitan al Estado dos caminos posibles: más subsidios al transporte o una actualización de la tarifa del boleto, algo que también encendería la alarma en millones de pasajeros.
La UTA retoma el plan de lucha y se avecina un paro
Frente a la falta de una propuesta salarial concreta, la UTA anunció formalmente la reanudación de su plan de lucha sindical, que había sido suspendido por la conciliación obligatoria dictada semanas atrás por el Ministerio de Trabajo.
“Reiniciaremos nuestras medidas legítimas de acción sindical”, señalaron desde el gremio, sin precisar aún qué tipo de acciones tomarán. Sin embargo, en los pasillos del Ministerio de Transporte ya se habla de la posibilidad de un paro de colectivos, principalmente en el conurbano bonaerense, donde la tensión social por la falta de servicios suele escalar rápidamente.
El Gobierno, presionado entre los subsidios y la tarifa
Mientras la UTA y las empresas se lanzan acusaciones cruzadas, el Gobierno Nacional queda atrapado en el centro del conflicto. Por un lado, enfrenta el reclamo de los empresarios que exigen más recursos para poder operar. Por el otro, debe lidiar con la presión sindical y el potencial caos que una medida de fuerza puede provocar en el AMBA, donde más de 13 millones de personas dependen del transporte público a diario.
Ante este panorama, el Ministerio de Trabajo convocó a una nueva audiencia para este jueves a las 15 horas, con la esperanza de acercar posiciones. Sin embargo, las expectativas no son altas. Ambas partes se mantienen firmes en sus posturas y no hay señales de que vayan a ceder.
Un conflicto que refleja una crisis estructural
Más allá del conflicto puntual entre la UTA y las cámaras empresarias, la situación deja al descubierto una crisis estructural del sistema de transporte público. La dependencia de los subsidios estatales, la falta de actualización tarifaria y la caída del poder adquisitivo de los trabajadores del sector son apenas algunos de los síntomas de un modelo que muestra signos de agotamiento.
En este contexto, la UTA se posiciona como un actor clave en la puja por mejores condiciones laborales, pero también como una organización que, con cada medida de fuerza, tiene la capacidad de paralizar buena parte del país.
Por ahora, todo está en manos de la próxima audiencia. Si no hay acuerdo, la huelga será inevitable. Y con ella, una nueva jornada de incertidumbre para los usuarios del colectivo.