El lema de la ONU nos invita este año 2024 a “Invertir en las personas, priorizar la educación”. La problemática ambiental hoy alcanza casi todos los sectores de la vida de un país.
Lo ambiental es un espacio donde confluyen lo social y lo natural y por lo tanto, un espacio en donde conviven las distintas disciplinas del conocimiento para comprender las determinaciones tridimensional entre lo natural, lo económico y lo social.
La crisis ambiental que se vive debido a las diversas prácticas que realizan los seres humanos y generan graves problemas comprometiendo a las futuras generaciones. Sin embargo, estos problemas no son recientes, de hecho, el ambiente ha ido degradándose con el pasar de los años, pero parte del inicio de la fase crítica de este daño, se está viviendo estos últimos años, donde somos testigos de las pequeños y grandes problemas.
La educación ambiental tiene como fin promover la preservación de los recursos naturales y su gestión sostenible. Busca principalmente despertar en la población una conciencia que le permita identificarse con las problemáticas ambientales, para alentar a las presentes y futuras generaciones a ser protagonistas de este cambio cultural y social necesario para afrontar la crisis ambiental.
Esta educación es fundamental porque nos permite repensar nuestros hábitos y nos prepara para encarar los desafíos del presente ante temas tan complejos como los recursos naturales. Es la principal herramienta de formación ante los impactos tanto negativos como positivos.
En un contexto nacional de alta incertidumbre nos obliga a aprender y desaprender los procesos que se construyen en pos de la educación ambiental, adaptándonos a las nuevas exigencias que nos impone la realidad en la que vivimos, y nos impulsa a la creación de propuestas innovadoras que inspiren tanto a estudiantes como docentes a trabajar en los proyectos escolares de forma respetuosa con el entorno.
La educación ambiental en Argentina está poco más que en pañales, pese a los esfuerzos y los planes oficiales que se están tratando de implementar, debido a: La falta de conexión entre las medidas individuales que se implementan y la problemática social, el carácter temporal de las acciones propuestas (no conducen a la formación de hábitos), no se permite desarrollar la creatividad de los sujetos, ya que no hay continuidad entre el contenido que se transmite y las concepciones y representaciones de los sujetos y para finalizar, la falta de la información sobre los problemas locales en conjunción con la problemática nacional.
No sirve llevar a los jardines de infantes a juntar papelitos, si se emprende una campaña, mientras se deja que una industria desvié sus efluentes contaminantes de la planta de tratamiento.
Están surgiendo nuevas ideas económicas como la economía circular, a través de la cual se pretende minimizar al máximo el coste ambiental que tienen los procesos productivos y los productos durante su ciclo de vida. En otras palabras, busca que tanto el sector industrial como la sociedad, sea más eficiente en el uso de recursos o la economía del donut, un pensamiento económico que permitirán alcanzar un progreso inclusivo y sostenible. La racionalidad egoísta del individuo; la simplicidad mecánica de la oferta y la demanda; la inevitabilidad de la desigualdad y el crecimiento sucio como fases del desarrollo; y, claro, la santificación del crecimiento del Producto Bruto Interno como indicador de referencia.
El ambiente necesita de políticas, iniciativas y programas que abarquen los desafíos que hoy enfrenta el país. Pero en la Argentina pasa a ser un tema más dentro de una larga lista de promesas. Tal vez entonces sea hora de que todos los habitantes de la nación incluyamos el tema ambiental en nuestra agenda porque posibilidades de cambio y desarrollo hay y deben ser aprovechadas por nosotros y las generaciones futuras.
Cristián Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).