La muerte de un paciente reabre una oscura secuencia que se extiende por más de seis décadas. El hospital Cabred, nuevamente en el centro de una investigación.
La tragedia volvió a asomar en las inmediaciones del Hospital Interzonal “Dr. Domingo Cabred”, en la localidad de Open Door. Un cuerpo sin vida fue hallado en el lecho del río Luján, detrás del histórico neuropsiquiátrico, en la zona conocida como el Puente de los Huesos, y la conmoción no tardó en instalarse. La víctima fue identificada como Alejandro Marcelo González, un paciente internado en el hospital con diagnóstico de trastorno psicótico y retraso mental moderado, cuya desaparición había sido reportada el pasado 14 de junio.
El hallazgo se produjo el viernes, cuando el encargado de la empresa SABAVISA S.A., que trabaja en la obra de ensanchamiento del río, advirtió la presencia de un cuerpo semienterrado en el barro. Vestido, descalzo y sin signos evidentes de violencia, el cadáver fue reportado de inmediato a las autoridades.
Personal de la Comisaría Luján Tercera acudió al lugar y dio aviso a la fiscal Mariana Suárez, titular de la UFI N.º 9, quien ordenó preservar la escena y convocar a la Policía Científica. Horas después, el cuerpo fue identificado oficialmente por el jefe del Departamento de Sistema de Información del Hospital Cabred. González, de 54 años, se había ausentado de su pabellón sin aviso y, pese al protocolo de búsqueda activado por el hospital, no se había logrado dar con su paradero.
El caso fue caratulado como “averiguación causales de muerte” y la Fiscalía ordenó la correspondiente autopsia para determinar con precisión cómo y cuándo falleció.
El Hospital Cabred y una historia que se repite
Este nuevo caso se suma a una larga y trágica secuencia de muertes que parecen repetirse a lo largo de las décadas, con un denominador común: pacientes del Hospital Cabred encontrados sin vida en las aguas del río Luján o en zonas rurales cercanas.
Desde 1957, los registros policiales y testimonios locales dan cuenta de al menos una docena de episodios similares. En muchos de ellos, las víctimas eran personas internadas por diversos cuadros psiquiátricos, que se alejaron del hospital sin control y fueron halladas sin vida días o semanas después. En algunos casos, no pudieron ser identificadas. En otros, los datos fueron confirmados por personal médico o administrativo del propio hospital.
El patrón de estos casos revela no sólo la fragilidad del sistema de seguridad interna del neuropsiquiátrico, sino también la persistencia de una deuda social con quienes padecen enfermedades mentales. Muchos de los cuerpos encontrados eran de personas que habían sido ingresadas sin redes familiares activas, sin un entorno que pudiera reclamar por ellas o buscar respuestas tras su desaparición.
Una cronología trágica
Entre los casos más recordados se encuentra el de Romeo Gatti, internado que murió ahogado en 1958; José Rugiatti, encontrado en 1964 luego de bañarse en el río; y Roque Córdoba, cuyo cuerpo apareció en 1986 mientras nadaba. En 2003 y 2005 se repitieron escenas similares, con cuerpos hallados en distintos puntos del río, algunos sin identificación.
El último caso con nombre registrado antes del reciente hallazgo fue el de José Luis Vidal, encontrado en 2019 en avanzado estado de descomposición. Al igual que González, se había retirado voluntariamente del hospital días antes.
Cabred, entre la memoria institucional y el olvido social
Fundado a principios del siglo XX como Colonia Nacional Domingo Cabred, este hospital fue en su momento un modelo de atención psiquiátrica. Pero con el paso del tiempo, y pese a intentos de reformas y modernización, quedó atravesado por múltiples denuncias de abandono, negligencia y condiciones precarias. Las historias de pacientes sin seguimiento, fugas no reportadas y muertes bajo sospecha forman parte de una memoria institucional que aún no logra ser subsanada.
El caso de González vuelve a poner en tela de juicio la eficacia de los protocolos de búsqueda y la vigilancia dentro de los pabellones. Si bien se informó oficialmente que se activaron los procedimientos correspondientes tras su desaparición, el hecho de que su cuerpo haya sido hallado días después y a escasos metros del hospital genera interrogantes.
Además, no puede pasarse por alto el hecho de que esta no es una excepción aislada, sino parte de una constante. El río Luján, a lo largo de su recorrido por Open Door, parece llevar consigo los rastros del olvido institucional, de las ausencias que nadie registró y de las vidas que se apagaron lejos de cualquier contención real.
La autopsia, clave para esclarecer la muerte
La fiscalía espera ahora los resultados de la autopsia para determinar con precisión si González murió por inmersión, si hubo negligencia médica o institucional, o si se trató de un accidente inevitable.
Mientras tanto, el hospital Cabred vuelve a estar bajo la lupa, y con él, un modelo de atención que muchos consideran agotado. La muerte de González no solo enluta a quienes lo conocieron o cuidaban, sino que también interpela a todo un sistema de salud mental que, pese a los avances discursivos, sigue dejando demasiadas preguntas sin respuesta.
La reiteración de episodios fatales en torno al Hospital Cabred convierte al neuropsiquiátrico en un caso testigo del deterioro del sistema de salud mental en Argentina. Más allá de las explicaciones oficiales, la comunidad local reclama por una revisión profunda de las condiciones de seguridad, atención y dignidad para los internados. Porque cada cuerpo hallado no es solo una estadística: es una historia que terminó en silencio. Y muchas veces, en el barro del río.