La reciente incorporación de una serie de libros a las bibliotecas escolares de nivel secundario y superior en Buenos Aires ha generado un amplio debate en redes sociales y entre figuras políticas.
La vicepresidente, Victoria Villarruel, se sumó a las críticas al programa “Plan de Lecturas Bonaerenses”, impulsado por el gobernador Axel Kicillof, cuestionando la inclusión de textos que, según su perspectiva, cruzan los límites de lo aceptable en cuanto a contenidos sexuales y lenguaje explícito. Esta controversia pone en el centro de la discusión el papel de la literatura y la Educación Sexual Integral (ESI) en la formación de adolescentes, así como los límites de lo que se considera adecuado en los espacios educativos.La colección que enciende la polémica: ¿Qué libros se están utilizando?
El “Plan de Lecturas Bonaerenses” incluye 108 libros destinados al nivel secundario y 122 al nivel superior. La selección, que incorpora obras de autores argentinos contemporáneos, abarca temas de género, identidad y relaciones interpersonales en consonancia con la ESI. Entre los títulos señalados se encuentran *Cometierra*, de Dolores Reyes; *Las aventuras de la China Iron*, de Gabriela Cabezón Cámara; *Las primas*, de Aurora Venturini; y *Donde no hago pie*, de Belén López Peiró. Estas obras, premiadas y reconocidas en el ámbito literario, abordan diversas problemáticas sociales y personales, integrando en algunos casos escenas de contenido sexual explícito y lenguaje soez, lo cual, según las guías, requiere de la mediación docente.
Las críticas de Villarruel y la respuesta de Sileoni
Victoria Villarruel, vicepresidente de Argentina, criticó duramente el programa. A través de su cuenta en X, Villarruel señaló: “Los bonaerenses no merecen la degradación e inmoralidad que Axel Kicillof les ofrece”. Además, acusó al gobierno provincial de “sexualizar” a los estudiantes y exigió la exclusión de estos libros de las aulas. Sus declaraciones reflejan una preocupación por la preservación de la “inocencia de los niños”, argumentando que ciertos temas no deberían ser expuestos en el ámbito educativo.
En respuesta a estas críticas, el Director General de Cultura y Educación de Buenos Aires, Alberto Sileoni, explicó que los libros seleccionados están destinados a estudiantes de 16 y 17 años y a los niveles superiores, aclarando que no se trata de material accesible para menores. “Es una colección muy seria, nosotros confiamos en los docentes y los estudiantes. Los textos se utilizan en un contexto pedagógico, con la guía y acompañamiento de los profesores”, afirmó Sileoni, quien defendió la colección como una herramienta para abordar problemáticas reales desde un enfoque educativo y reflexivo.
La función de los libros en la Educación Sexual Integral (ESI)
Uno de los objetivos centrales del “Plan de Lecturas Bonaerenses” es enriquecer las bibliotecas escolares con literatura que permita abordar temas relacionados con la ESI. Esta educación, implementada en Argentina en 2006, promueve una visión integral de la sexualidad y su relación con aspectos como la identidad, el respeto y la igualdad de género.
Los defensores del programa señalan que, en un mundo donde los adolescentes tienen acceso a contenidos explícitos a través de internet, es fundamental que estos temas se aborden en un contexto seguro, educativo y guiado. Según Sileoni, los temas controvertidos que se presentan en los libros permiten una reflexión controlada sobre problemas sociales como el abuso, la violencia y la discriminación.
Controversia y visiones encontradas en la sociedad
La inclusión de literatura con contenido explícito en el ámbito escolar ha desatado opiniones divididas. Por un lado, están quienes creen que exponer a los jóvenes a estos temas a través de la literatura fomenta el pensamiento crítico y les permite comprender el mundo real. Por otro, sectores conservadores consideran que estos materiales son inapropiados para los adolescentes, señalando que su presencia en las escuelas “corrompen” la formación moral de los estudiantes.
A nivel político, la polémica también está marcada por la divergencia ideológica entre quienes promueven una educación abierta y quienes defienden una postura más tradicional. Los críticos al programa argumentan que el Estado está impulsando una “agenda ideológica” que no respeta las preferencias de los padres en cuanto a la educación de sus hijos.
La polémica sobre la inclusión de libros en las bibliotecas escolares bonaerenses refleja una tensión social y política que va más allá de los títulos específicos. En un contexto en el que el acceso a información de todo tipo es prácticamente inevitable, la discusión sobre cómo y cuándo se deben abordar temas sensibles es crucial. Mientras algunos sectores defienden la ESI y la literatura como medios para preparar a los adolescentes para el mundo real, otros sostienen que se deben respetar ciertos límites en la educación.
La literatura, al igual que el arte, es una herramienta poderosa para comprender la vida y las relaciones humanas. ¿Hasta qué punto los temas controvertidos deben formar parte de la formación educativa de los adolescentes? ¿Es necesario que el ámbito académico utilice un lenguaje vulgar?