“Las empresas de alimentos están abusando con los aumentos de precios” afirma Marta Velardez, dirigente de la Federación de Almaceneros y supermercadistas.
El calor sofocante de la calle no se compara con el fuego que arde dentro de los supermercados y almacenes. Los precios, de los alimentos como el termómetro, se disparan hacia arriba, desatando un escenario caótico de incrementos semanales que alcanzan entre un 25 y un 35%. Las ventas se desploman mientras el poder adquisitivo de los ciudadanos se desvanece ante sus ojos.Marta Velardez, una voz autorizada en el gremio de los almaceneros y supermercadistas, no duda en calificar la situación como una crisis total. “La gente se está alimentando mal”, advierte, señalando la magnitud del problema. Los comercios luchan por mantenerse a flote en medio de un mar de aumentos indiscriminados, con márgenes de rentabilidad cada vez más estrechos.
Esta es la consecuencia de una decisión gubernamental que eliminó toda regulación, dejando que el mercado se autorregule, una medida que ha resultado desastrosa. Los precios, lejos de estabilizarse, han protagonizado una estampida imparable, dejando en su estela un panorama desolador.
El rubro de Alimentos y Bebidas no alcohólicas es uno de los más afectados, con un aumento del 29,7% en diciembre, superando el promedio general. La incertidumbre reina, ya que el gobierno, aferrado a sus principios ideológicos libertarios, se niega a intervenir, dejando a la población y a los comerciantes a merced de las fuerzas del mercado.
Mientras tanto, Marta Velardez y otros comerciantes luchan día a día para mantener sus negocios a flote. Pero la realidad es desalentadora: desabastecimiento, productos vencidos y márgenes de ganancia cada vez más estrechos. La pregunta que todos se hacen es hasta dónde llegará esta espiral de aumentos y sacrificios.
En resumen, la economía se encuentra al borde del abismo, con un futuro incierto y un presente marcado por la angustia y la incertidumbre. La señal de precios, para algunos, puede ser sagrada, pero para muchos es una sentencia de ruina económica.
EL CHANGUITO
El rubro Alimentos y Bebidas no alcohólicas experimentó en diciembre un aumento del 29,7%, contra 25,5% del nivel general. Las listas de precios llegan con incrementos semanales que oscilan entre el 25 y el 35% y la rueda, aseguran, está lejos de detenerse.
“Lo principal es que la economía en este tiempo sufre una crisis total. De otra manera no se puede calificarla -destaca Marta Velardez, propietaria de un mercado y dirigente de la Federación de Entidades de Autoservicistas, Almaceneros, Supermercadistas y Polirrubros de Buenos Aires-. La gente no consume y los comercios se vienen abajo porque no llegamos con la rentabilidad. Si un comercio está abierto y no se vende, genera pérdidas. Cuando se levanta la persiana el negocio ya está produciendo gastos. Tenemos que pagarle el salario a los empleados, pagar los servicios, una fuerte cantidad de impuestos y todo lo que significa tener las puertas abiertas.
-¿Desde cuando advierte la aceleración de precios?
-Eso ya venía de mucho arrastre. Ahora llegamos al final. Estamos sumergidos en el pozo, en una gran incertidumbre. No se sabe si esto va a tener una solución o no. Vemos que las empresas se están abusando con los aumentos de precios. Como comerciante veo que las empresas se abusan porque los precios están liberados. En mi comercio recibimos la mercadería de distribuidores o vamos al mayorista. El mayorista, cuando llegamos, no tiene en las góndolas ni fideos, ni azúcar, ni arroz, ni yerba.
-¿Hay desabastecimiento?
-Sí, claro. Y vemos también cuando vamos al mayorista que la mercadería de oferta prácticamente está vencida. ¿Por qué? Porque especulan con los aumentos y se guardan la mercadería. Los productos tienen vencimientos y pasado cierto tiempo ya no se puede vender. Si el mayorista nos está vendiendo los productos con un margen de 15 días, porque ya lo tuvo escondido para especular, entonces nosotros perdemos en esa relación.
DIALOGO
-¿Hay caminos de diálogo abiertos desde la Federación?
-En el gobierno anterior fuimos a hablar con el señor Tombolini. El nos dio en ese momento una esperanza, que las empresas iban a poder vendernos a nosotros directamente. Hay muy pocas empresas grandes que le venden directamente a los comercios pequeños. Tenemos tres en lácteos, hay en gaseosas y bebidas alcohólicas. Pero no hay en mercadería de consumo básico, en todo lo que es la canasta como los fideos, el aceite, la yerba y el arroz. Todo eso pasa por el intermediario, que es el que termina haciendo que nosotros subamos los precios. Por eso vendemos más caro. En la cadena de la empresa al mayorista y del mayorista hasta nosotros los productos van subiendo.
-¿Las listas de precios vienen con aumentos semanales?
-Las listas vienen con aumentos semanales. Algunas empresas aumentan un 35% o un 25%. Son incrementos excesivos. Hubo una suba del 40% en aguas. Es un abuso de las empresas. Ahora estamos en verano y se consume mucho más líquido. ¿Por qué aumentan tanto el agua? Ya está más caro que una gaseosa.
-Desde su experiencia, ¿cree este es un pico de aumentos, un movimiento que se moderará en los próximos meses?
-Pienso que acá el Gobierno tiene que intervenir con las empresas. Si eso pasa, con un tiempo prudencial puede ser que también se resuelva nuestro problema, el del comercio. Las ventas están muy bajas debido a que no hay acuerdos. Las empresas aumentan las mercaderías y nos mandan los listados de precios para que aumentemos nosotros también. Si no lo hacemos no podemos reponer.
-¿Cayó el nivel de ventas?
-El nivel de ventas bajó y también nuestro poder adquisitivo. La entrada ya no es la misma, mi capital se desvalorizó casi un 50%.
-Igualmente intermediar no parece ser la vocación del gobierno, que ha dejado que el mercado resuelva las diferencias.
-Si vamos a una reunión es para favorecer al consumidor final, que es el que sufre. Nosotros en los comercios pequeños damos muchas facilidades para las compras. Esto ocurre en los almacenes, autoservicios y fiambrerías. Damos la posibilidad de la compra rápida. Vienen a comprar 100 gramos de fiambre, lo compran y se van. No van a las grandes cadenas para eso.
-¿Hay un cambio en la conducta del consumidor?
-Cambió la conducta del consumidor, que ahora se inclina más por las segundas marcas. Ha reducido también la cantidad. En lugar de comprar paquetes de galletitas de tres unidades, compra sólo uno. En vez de comprar un maple de huevos, compra media docena. Todo se va reduciendo. También en la calidad de los productos que compran. En vez de comprar un yogur o un queso untable, que es un producto nutritivo, compran galletitas de agua. Compran un pan común en lugar de comprar uno con semillas, que tiene otro aporte nutritivo. La verdad es que la gente se está alimentando mal. Ya no les alcanza, no llegan.
-¿Con qué medio de pago abonan mayormente?
-Con débito y efectivo. No se puede operar con tarjetas de crédito porque todas las semanas aumentan los precios y ya no hay ninguna ganancia. Además pagamos un montón de impuestos. Nosotros absorbemos todo. Por ejemplo, con este calor las heladeras trabajan mucho más. A mí en esta semana se me rompieron dos heladeras por el calor y por una baja de tensión en la electricidad.
HERRAMIENTAS
-¿Sirvió el sistema de Precios Justos y Precios Cuidados que instrumentó el gobierno anterior para contener la inflación?
-No. A nosotros, los comerciantes pequeños, el gobierno no nos benefició en nada. Ese beneficio era para las grandes cadenas de supermercados y los mayoristas. Ocurrieron muchas cosas, como que la gente iba a comprar y los productos no estaban en las góndolas.
-¿La Federación va a reunirse con funcionarios del gobierno?
-Todavía no, pero desde la Federación ya se están haciendo las gestiones. En cuanto puedan atendernos…
-Como comerciante, ¿puede prescindir de la venta de marcas líderes si éstas aumentan mucho los precios? ¿Hay alguna forma de plantarse frente a las grandes compañías?
-Muchos colegas hicieron eso, se plantaron. Hay cinco empresas que en una semana llegaron a aumentar dos veces. No se podía pagar eso. El bolsillo de la gente no accedía a eso y nosotros tampoco. Tampoco nos hacían cambios. Es decir, cuando no vendemos el producto, podemos cambiarlo. Pero ellos no querían. El precio de esos productos se fue a las nubes. Otras marcas del mismo rubro costaban la mitad.
-Eso se ve en las góndolas. ¿Por qué hay diferencias de hasta $1.000 pesos en un queso untable?
-Es la marca lo que se impone. A veces otro producto similar, pero de marca menos conocida, es igual o mejor. Llegamos a la conclusión de que todo el comercio de alimentos está manejado por las grandes empresas.
-¿Qué piensa que va a ocurrir en los próximos meses?
-Esto tiene que ser a corto plazo. Es mucho sacrificio, la gente está agotada, no da más. El comercio tampoco da. Yo trabajo 18 horas por día, hasta la medianoche y mi sacrificio no vale nada porque no hay rentabilidad. Muchos colegas están bajando sus persianas. Además hay que sumarle el alquiler.
-¿Usted alquila el local?
-Sí, y eso suma mucho. Hace 35 años que alquilo este local y nunca fallé. Hay diálogo. Me plantean el aumento semestral pero yo les pago el incremento cada tres meses porque veo que la situación está muy mal.
Cabe recordar que hace 35 años, cuando Marta Velardez abrió su mercado en el barrio de Almagro, Raúl Alfonsín le entregaba el poder a Carlos Menem y la hiperinflación se lo devoraba todo. “Ahí entré yo a combatir con todo, pero me fue superbien. Había plata. Sufrí también el corralito”, recuerda Marta.
“En el corralito no me fue tan mal porque hasta ese momento las empresas grandes nos daban hasta 15 días para pagar. Entonces nosotros teníamos que ir al banco y depositar el cheque. No nos cobraban directamente a nosotros”, agrega.
La gran diferencia es que ahora la inflación no da respiro. “Claro, no había inflación. Entonces nos entregaban la mercadería y a los 15 días se pagaba. Los precios no cambiaban. Con el corralito algunas empresas no pudieron cobrar porque los cheques quedaron adentro”.
-¿Esta es la peor crisis que vivió como comerciante?
-Sí. Con Alfonsín me fue bien porque pese a la hiperinflación, había plata. No había tarjeta de débito ni Mercado Pago. Había plata. Uno compraba en el mayorista y después se vendía todo. Circulaban los billetes. La gente venía y compraba, colas y colas. El movimiento era impresionante.
-Ahora suben los precios y la gente no compra.
-Ahora las ventas están muy bajas, no se vende y la mercadería aumenta todas las semanas. Si no aumentamos nosotros también, después no podemos reponer.
Con información de La Prensa