El diario
El sector de producción y venta de juguetes en Argentina atraviesa uno de sus momentos más críticos por la caída abrupta del consumo, el cambio de hábitos de los niños y el ingreso récord de mercadería importada.
Este escenario ha provocado el cierre de jugueterías emblemáticas con décadas de trayectoria y una grave pérdida de empleos en la industria nacional.
Según datos de la Cámara Argentina del Juguete (CAIJ), el sector ya perdió cerca de 1.600 puestos de trabajo (un 20% de su mano de obra) en un contexto donde el contrabando y las maniobras de comercio desleal representan ya el 30% de las ventas totales del rubro. Los jugueteros advierten que, a pesar de que la temporada de fin de año representa el 35% de sus ventas anuales, no hay indicios de un repunte esperado.
El Efecto Dominó en el negocio de los juguetes
La falta de ventas y la imposibilidad de competir con la mercadería importada que entra sin control han obligado a varias jugueterías históricas a bajar sus persianas o a reducir drásticamente su operación.
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El Símbolo de Trelew: La juguetería Lilian, con más de 50 años de trayectoria en la ciudad de Trelew, Chubut, está a punto de cerrar a fin de año. Su dueño, Rubén Cambra, lamentó la situación: “Pasan días y no abrimos caja. Estamos liquidando todo y cerramos a fin de año”. Este local, un ícono para varias generaciones en el sur argentino, es solo uno de varios cierres en la ciudad.
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Reducción en el Conurbano y Rosario: Casos similares se replican en todo el país. Halago’s, una reconocida juguetería de Quilmes, bajó la persiana ante la caída de ventas. En Rosario, la tradicional librería y juguetería La Cubana, con más de 40 años en la peatonal céntrica, decidió achicarse y concentrar su operación en un local más pequeño.
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Estrategia Online: La juguetería Rossier en Escobar, con 37 años de historia, cerró su local físico para volcarse exclusivamente a la venta online, una táctica para ahorrar costos fijos y sobrevivir en el nuevo contexto.
Julián Benítez, gerente de Relaciones Institucionales de la CAIJ, explicó que la “radiografía del sector indica una caída del 20% promedio en las ventas” y una competencia desleal donde el 30% del mercado ingresa a través de contrabando o subfacturación.
Competencia Desleal y el Factor Tecnológico
El dilema de la industria nacional se agrava con dos factores críticos:
1. Récord de Importaciones y Baja Arancelaria
El ingreso de juguetes importados es el más alto de los últimos 20 años, incluso superando los niveles registrados en 2018, un año de alto consumo. Este fenómeno se intensificó tras la reducción del Arancel Externo Común del Mercosur del 35% al 20%, una medida que dio mayor margen de ganancia a los importadores. Se reportó que 530 empresas importaron juguetes este año, 331 más que el año anterior.
La CAIJ enfatiza que la competencia es “feroz” y peligrosa, ya que una parte significativa de esa mercadería ingresa sin la debida certificación y fiscalización de seguridad, poniendo en riesgo a los niños.
2. Cambios en el Consumo Infantil
Otro factor estructural es el cambio en los hábitos de las nuevas generaciones. La fuerte baja en la natalidad se suma a la seducción de los juegos online y la tecnología. Las ventas se concentran ahora fuertemente en la primera infancia (de 0 a 3 años), que representa el 40% de las ventas totales.
El sector está pidiendo al Gobierno una serie de medidas urgentes para garantizar condiciones de competencia equitativas, que incluyen: fortalecer los controles en las fronteras para evitar el contrabando, exigir que todas las publicaciones online incluyan el marcado de conformidad y controlar las importaciones de bajo valor que distorsionan los precios.
El destino de las jugueterías físicas y de la industria nacional se definirá con las ventas de la Navidad y Reyes, que serán el termómetro final para saber cuántas empresas podrán seguir manteniendo sus cortinas levantadas en 2026.
Con información de Radio Estación Luján
