Este sábado 26 de julio a las 21:00, el teatro “La Mariana” (Francia 1051) será escenario de “Memoria de un crepúsculo” ,una obra que promete conmover, incomodar y hacer reflexionar.
Memoria de un crepúsculo, del reconocido dramaturgo estadounidense Stephen Belber, llega con una propuesta minimalista pero cargada de profundidad, donde el pasado, los silencios y las decisiones no tomadas cobran una dimensión casi inevitable. Con entradas a beneficio de la Asociación Protectora de Animales “Más Amor Animal”, esta función combina arte y compromiso social.
Una historia de reencuentros y heridas abiertas
La obra gira en torno al inesperado reencuentro entre Juan y Magui, dos almas que se tocaron apenas en la adolescencia y que, décadas después, se encuentran nuevamente frente a frente. Magui, hoy una profesional destacada en los medios, viaja a la costa buscando recuperar una carta que escribió cuando tenía catorce años, durante un verano donde el tartamudeo le ponía límites a su expresión y donde ese primer beso con Juan marcó algo más que un instante. Juan, en cambio, lleva una vida sencilla al frente de una empresa de jardinería y alquileres, pero guarda en su historia un episodio oscuro que aún no termina de sanar.
Lo que comienza como una charla nostálgica se convierte en un diálogo profundo, donde los recuerdos, los secretos y las confesiones sacuden a los personajes y, por reflejo, al espectador. ¿Es posible volver al punto en el que todo parecía posible? ¿Qué peso tienen las decisiones tomadas —o evitadas— cuando el pasado vuelve como un oleaje suave pero persistente?
Teatro íntimo, actuaciones sólidas
Con un elenco de primer nivel, Memoria de un crepúsculo encuentra su fuerza en la interpretación. Cecilia Chiarandini compone una Magui poderosa en su vida profesional, pero frágil cuando el amor toca la puerta. Su presencia escénica es sutil, pero eficaz. Del otro lado, Alejandro Giles construye a Juan con solidez y ternura, revelando de a poco una historia personal marcada por la redención y la culpa. Ambos actores sostienen con precisión un texto que requiere sensibilidad y oficio.
La dirección de Merceditas Elordi elige una puesta escénica sobria, que potencia el contenido emocional del texto. Con elementos mínimos —cubos que funcionan como escenografía mutable—, cada escena se arma y se desarma como los recuerdos que habitan a los protagonistas. La escenografía e iluminación de Edgardo Aguilar acompaña con inteligencia la transformación de los espacios, y la música original de Braian Arévalo suma capas de emoción sin imponerse.
Una obra que interpela
El teatro, en su esencia más pura, es ese espacio donde los espectadores se enfrentan a preguntas que no tienen respuestas cerradas. Memoria de un crepúsculo logra justamente eso. Nos interroga sin pedir permiso: ¿Qué hacemos con nuestros recuerdos? ¿Hasta qué punto el amor puede ser una excusa para redimir lo irreparable? ¿Existe el perdón cuando el pasado vuelve con una verdad incómoda?
El texto de Stephen Belber no ofrece certezas. Por el contrario, construye un universo donde el silencio pesa tanto como las palabras, y donde lo que no se dice puede doler más que lo confesado. La tensión emocional de la obra crece hasta un punto límite, en el que el espectador se convierte en testigo de un dilema moral que no tiene resolución fácil.
Función a beneficio y cómo adquirir entradas
La presentación del sábado será a beneficio de la Asociación Protectora de Animales “Más Amor Animal”, un gesto que suma valor a una propuesta ya potente desde lo artístico.
- 🎟️ Entradas anticipadas: $10.000 (disponibles hasta las 19:00 del 25 de julio)
- 🎟️ Entrada general: $15.000
- 📱 Venta: vía WhatsApp al 2323 274969 o por redes sociales de Más Amor Animal
Una oportunidad única para disfrutar de un teatro comprometido, intenso y profundamente humano, que invita a detenernos, mirar hacia atrás y preguntarnos qué cicatrices seguimos cargando. Memoria de un crepúsculo no solo es una obra, es una experiencia que transforma.