En la Argentina, cada 24 horas, cerca de once personas pierden la vida en siniestros viales, un fenómeno no solo refleja la imprudencia al volante, sino también un profundo déficit en educación vial.
No se trata solo de choques o accidentes aislados: detrás de estas cifras se esconde un problema estructural que combina imprudencia, falta de educación vial y una creciente violencia social que se traslada al tránsito.
Una problemática que persiste
Según el último informe de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), en 2024 murieron 4.027 personas en siniestros viales en el país. Aunque la cifra representa una baja del 10,9% respecto de 2023, sigue siendo alarmante. Se trata del registro más bajo desde la creación del organismo en 2008, exceptuando 2020, cuando la pandemia redujo drásticamente la movilidad.
Los números muestran una leve mejora, pero también exponen la magnitud del problema. Argentina sigue teniendo uno de los índices de mortalidad por accidentes de tránsito más altos de la región.
Dónde ocurren los siniestros más graves
Un estudio del Instituto de Economía (INECO) de la UADE relevó 30 incidentes entre diciembre de 2023 y mayo de 2024. Los datos revelan que:
- Las rutas y autopistas concentran la mayoría de los episodios fatales.
- En el Área Metropolitana, la avenida General Paz y la autopista Panamericana lideran el ranking de siniestros.
- El carril izquierdo, el de mayor velocidad, es el más riesgoso: allí ocurrió el 61,5% de los incidentes.
El SAME también da cuenta de la magnitud del fenómeno: solo en la Ciudad de Buenos Aires, entre enero y julio de 2025, se atendieron 10.534 incidentes de tránsito que involucraron a más de 12 mil personas, con un promedio de 82 atenciones diarias.
Violencia al volante: un factor en aumento
A las muertes y lesiones se suma un fenómeno preocupante: la escalada de violencia en las calles. Peleas en plena autopista, amenazas con armas, agresiones físicas y ataques a choferes de colectivos o taxistas se volvieron moneda corriente.
Los especialistas coinciden en que el tránsito se convirtió en un escenario donde se condensan factores sociales, emocionales y culturales. La frustración, la crisis económica, el consumo de alcohol o psicofármacos y la intolerancia potencian las reacciones violentas.
“En Argentina hay analfabetismo vial”
El psicólogo y capacitador vial Ramiro Parsi, presidente de la Fundación Conducción Consciente, asegura que el problema de fondo es educativo:
“En Argentina hay analfabetismo vial. La formación de los conductores está desactualizada. No alcanza con enseñar normas de tránsito: faltan herramientas para manejar la impulsividad y la gestión del conflicto”.
Parsi propone incluir evaluaciones psicológicas a la hora de otorgar o renovar una licencia, algo que hoy no sucede. “Las sanciones se enfocan solo en lo económico, no en lo educativo”, advierte.
Perspectiva psicológica: entre la frustración y la falta de empatía
El psiquiatra Federico Pavlovsky agrega que muchas reacciones violentas al volante responden a un contexto de desesperación y sinsentido social:
“Hay personas que están tan jugadas, que un incidente en la vía pública les da sentido al día. Además, el consumo de sustancias potencia la irritabilidad”.
En tanto, la psicoanalista Adriana Yechua resalta que la sobreexposición a pantallas también afecta la conducta vial:
“La desensibilización y la pérdida de empatía hacen que el otro deje de ser una persona. Una discusión mínima escala a niveles altísimos porque no se contempla el futuro inmediato”.
¿Cómo prevenir los siniestros viales?
Los especialistas coinciden en que la única vacuna contra la epidemia de los siniestros viales es la educación, tanto teórica como práctica. Además, recomiendan estrategias para no caer en la espiral de violencia:
- No tomarse lo personal: el otro conductor no volverá a aparecer en la vida cotidiana.
- Conducir a la defensiva, sabiendo que las condiciones del tránsito argentino son riesgosas.
- Usar música relajante para disminuir la tensión.
- Aplicar técnicas de respiración para bajar la ansiedad.
Yechua añade un consejo clave: si alguien atraviesa un momento de fragilidad emocional, lo mejor es evitar manejar hasta recuperar estabilidad.
Una responsabilidad colectiva
Los siniestros viales no son solo un problema de tránsito, sino un espejo de la sociedad argentina. Detrás de cada estadística hay familias destruidas, costos económicos y un impacto profundo en la salud pública.
La disminución de muertes en 2024 es un dato alentador, pero insuficiente. La pregunta de fondo sigue abierta: ¿será posible cambiar la cultura vial argentina con más controles, campañas de concientización y educación, o se necesitará un cambio más profundo en la forma en que nos relacionamos en el espacio público?