Sistema previsional en crisis: crece el déficit y se desploma el poder de compra

Radio Estación Luján
Compartir en:

Un informe de ASAP reveló que las jubilaciones volvieron a perder frente a la inflación, el sistema previsional profundiza su déficit y crece el número de adultos mayores que siguen trabajando por necesidad.

Un Clic que salva vidas

La situación previsional en Argentina atraviesa uno de sus momentos más críticos. Mientras el promedio de haberes registró un incremento nominal en septiembre, volvió a perder frente a la inflación, y el 17,1% de los adultos mayores continúa trabajando por necesidad económica.

Un sistema previsional bajo presión

Este escenario refleja una crisis estructural que replica una tendencia global: sistemas de retiro desfinanciados, haberes insuficientes y un envejecimiento poblacional que tensiona cada vez más las cuentas públicas.

El Informe N.° 7 de Seguridad Social de la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP) expuso que el sistema argentino volvió a mostrar déficit en septiembre de 2025 pese al aumento de los aportes. Los recursos de la Seguridad Social crecieron 2,8% interanual en términos reales, pero no lograron compensar el aumento del gasto. La estructura financiera también se reconfiguró: los Aportes y Contribuciones aumentaron en 5 billones de pesos y pasaron a representar más del 60% del total tras la eliminación del Impuesto PAIS.

Sin embargo, otros ingresos quedaron atados al nivel de actividad económica: los impuestos a los Créditos y Débitos Bancarios (+5,7%), a los Combustibles (+68,4%) y el Monotributo Impositivo (+122%) aportaron recursos, aunque insuficientes para frenar el deterioro.

Poder adquisitivo en caída

Mientras los ingresos del sistema crecieron lentamente, las erogaciones lo hicieron a un ritmo mucho mayor: el gasto previsional avanzó 12,2% interanual, con las prestaciones del SIPA creciendo un 16,4%. Las Asignaciones Familiares subieron 15,7%, pero las Pensiones No Contributivas y la PUAM retrocedieron 4,5%. Solo las jubilaciones y pensiones del SIPA representan hoy el 68,6% del gasto total.

En este contexto, el haber medio llegó a 675.510 pesos en septiembre. A pesar del aumento nominal, la inflación lo pulverizó. Peor aún, el haber mínimo con refuerzo se ubicó en 390.277 pesos y siguió perdiendo capacidad de compra debido al congelamiento del bono de 70.000 pesos. La mitad de los jubilados pierde poder adquisitivo mes a mes, especialmente quienes dependen exclusivamente del haber mínimo.

Sistema previsional en crisis

La Defensoría de la Tercera Edad estimó en octubre una canasta básica de 1.514.074 pesos, que aumentó 26,1% en seis meses. El rubro más crítico fue el de medicamentos, con una suba alarmante del 54,8%. Solo en fármacos, un adulto mayor necesita en promedio 402.880 pesos, cifra incluso superior a la jubilación mínima completa.
A esto se suman alimentos (348.000 pesos), vivienda (294.000 pesos) y servicios (123.050 pesos). En total, el ingreso previsional apenas cubre una cuarta parte de los gastos estimados para vivir.

Cobertura previsional en retroceso

La situación se agrava frente a un dato clave: cada vez menos adultos mayores acceden a un beneficio previsional. Según el INDEC, la cobertura cayó del 88,7% al 82% entre 2022 y el tercer trimestre de 2024. Entre los hombres la baja fue drástica, pasando del 89,2% al 73%. Es decir, más personas envejecen sin jubilación y quedan sujetas a aportes insuficientes o a trayectorias laborales informales que les impiden acceder al sistema.

Este deterioro explica por qué el 17,1% de quienes están en edad jubilatoria sigue trabajando. Entre los sectores vulnerables predomina la necesidad económica; entre los de mayores ingresos, la continuidad laboral responde a empleos menos exigentes o al deseo de mantenerse activos.

Las desigualdades también atraviesan el sistema previsional. Las mujeres mayores perciben, en promedio, un 27% menos que los hombres. Solo el 59,6% se jubila mediante aportes, mientras que el 36,6% lo hace por moratoria, más del doble que los varones. Las trayectorias laborales intermitentes, el peso histórico de las tareas domésticas no remuneradas y la falta de aportes continuos explican esta brecha que condiciona la calidad de vida durante la vejez.

La situación se vuelve especialmente crítica para quienes alquilan: la canasta asigna un gasto mínimo de 294.000 pesos solo para vivienda. Muchas jubiladas deben elegir entre pagar el alquiler, comprar medicamentos o alimentarse adecuadamente.

El desafío del envejecimiento poblacional

A esta crisis económica se suma un fenómeno estructural: el envejecimiento acelerado de la población argentina. Un informe de Argendata advierte que el país atraviesa una transformación demográfica profunda. En 1869 más del 54% de la población tenía menos de 20 años; hoy ese porcentaje cae por debajo del 30%. En cambio, la población mayor de 65 años pasó del 1,9% al 12,4%.

La edad mediana también refleja este cambio: de 17 años en 1869 a más de 32 en 2025, con un salto de cinco años solo entre 2000 y 2025. Argentina envejece más rápido y el sistema previsional lo siente.

La Ciudad de Buenos Aires encabeza el ranking de personas centenarias, con 23,8 por cada 100.000 habitantes. Le siguen Río Negro, Corrientes, Santiago del Estero y Entre Ríos.

Aunque el país aún transita un bono demográfico —una ventana en la que la población en edad de trabajar supera a la dependiente—, el informe advierte que la oportunidad podría perderse si no se aplican políticas que impulsen el empleo formal, la productividad y el ahorro. De lo contrario, el sistema previsional enfrentará aún más tensión en los próximos años.

Un futuro incierto para los adultos mayores

El panorama trazado por ASAP es contundente: ingresos que no alcanzan, gastos que crecen, haberes que pierden poder adquisitivo y menos personas accediendo a una jubilación. En ese contexto, miles de adultos mayores sobreviven combinando estrategias individuales: seguir trabajando, solicitar ayuda familiar, endeudarse o tomar préstamos personales para afrontar gastos básicos.

La combinación de inflación persistente, déficit previsional y envejecimiento acelerado marca un horizonte desafiante para la seguridad social argentina. Mientras tanto, los jubilados viven cada vez con menos.

Con información de El Mejor Trato